Ya son muchos los artículos escritos hasta la fecha, realizados por profesionales del protocolo, muchas las reivindicaciones profesionales realizadas a título individual y de movimientos profesionales y desde propia Asociación Española de Protocolo, que han solicitado que no se confundan los términos: protocolo no son gastos indecentes. El protocolo, como cualquier ejercicio profesional, se ve en la obligación de realizar un gasto, pues está claro que todas las actividades profesionales requieren material de trabajo y suponen unos costes.
El problema no es el gasto de protocolo real (el de verdad), el problema es que hasta ahora había muy pocos profesionales de verdad en los puestos de protocolo (son también muchas las reivindicaciones profesionales y muchos los colegas de profesión que ya han criticado que en los últimos años ha sido muy frecuente conceder los puestos de protocolo a no profesionales, alegando que protocolo es un puesto de confianza): el protocolo no es un puesto de confianza. También, hasta ahora, nos encontrábamos con otros muchos profesionales, que sí lo eran de verdad, se les ninguneaba en sus puestos y no se les permitía hacer su cometido, además de no atender a sus recomendaciones profesionales. Así las cosas, nos encontramos con que en la partida de protocolo se han ido añadiendo gastos que escandalizan y avergüenzan a cualquier profesional del protocolo (ya no solo a la sociedad, sino que a los propios profesionales). Pero el protocolo nunca ha dejado de existir, nunca a lo largo de la historia ¿por qué? Porque el protocolo es importante.
Cuando escucho o leo que el protocolo es sinónimo de gasto (escandaloso, vergonzante, vergonzoso, desleal, humillante…), tras escandalizarme yo, pienso que lo que en realidad ocurre es similar a cuando un paciente se automedica, ¿qué hacer cuando las recomendaciones del profesional son unas y el paciente/cliente/jefatura hace cualquier otra cosa menos la indicada?.
Al final ¿a quien se perjudica con esas connotaciones equivocadas? A los profesionales de protocolo, y las cosas no están como para demonizar a profesionales que estudian, se preparan y trabajan con seriedad y profesionalidad. El protocolo no es caro, aunque tampoco es gratis, como ninguna otra profesión.
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Autora: Margarita Murillo
Galicia Protocolo
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