¿Tu palabra tiene valor?

 

La importancia de nuestra palabra es proporcional a su valor, y eso es algo que depende exclusivamente de cada uno de nosotros.

 

Nuestra palabra, la que damos a otras personas, nos va a definir en cualquier ámbito de actuación.

 

En el ámbito empresarial, por ejemplo, el código civil español, menciona explícitamente la importancia de la palabra dada, como vinculante entre las partes, al tratar el tema de la buena fe contractual.

 

Como el profesor de la Universitat Pompeu Fabra, D. Pablo Salvador Coderch, ha escrito en algún artículo sobre la materia, “…todo empresario sabe que debe cumplir sus contratos porque, de no hacerlo así, su reputación se resentiría y su crédito se arruinaría: los contratos son vinculantes porque los empresarios, en particular, y los ciudadanos, en general, están dispuestos a cumplirlos y confían en que sus contrapartes harán lo propio, con independencia incluso de lo que dispongan las reglas de derecho (…) Las normas sociales, pues, antes que las jurídicas favorecen la vinculación contractual”. http://www.indret.com/pdf/687_es.pdf

 

Como vemos, faltar a la palabra dada tiene un doble castigo, por una parte tiene un castigo impuesto por la ley, pero por otro tiene el castigo del descrédito público y rechazo social (como ocurre con todas las infracciones de las normas del protocolo).

 

Desde luego, podemos y debemos acudir a los tribunales para defender nuestros derechos, pero lo cierto es que siempre debe ser el último recurso, pues como la sabiduría popular refleja en muchos de sus dichos, los procesos son largos y latosos, y generalmente estropean en demasía las relaciones entre ambas partes. Nadie tiene dudas que es mejor arreglar cualquier asunto entre las partes implicadas sin la intervención de terceros que decidan quien tiene razón o en qué medida cada parte tiene la razón. Precisamente, hablando del ámbito judicial, tanto la ley de enjuiciamiento civil como la criminal determinan a qué personas se les exigirá juramento o promesa de decir la verdad antes de ser escuchadas por el tribunal y en caso de faltar a su palabra (de decir de la verdad), se les castigará por ello.

 

 

En el ámbito institucional, en los actos de investiduras y aceptación de cargos, el momento de jurar o prometer el cargo constituye una de las partes más importantes de estos actos.

 

En el ámbito social, nuestra palabra muchas veces es lo único que vamos a tener, por ello es importante que tenga valor nuestra palabra y no nos ocurra como en el cuento del lobo.

Para que nuestra palabra tenga valor, tiene que ser SIEMPRE válida desde la cosa más pequeña, cuando quedamos en algo con una amistad o persona conocida (aunque sea a tomar un café) hasta cuando estemos tratando negocios, jurando/prometiendo un cargo público o jurando/prometiendo ante un tribunal que diremos la verdad.

 

En los últimos años mucha gente habla de que junto a la crisis económica, que estamos viviendo, coexiste una paralela crisis de valores. Son muchos los ejemplos de personas que en todos lo ámbitos están perdiendo el valor de su palabra, algo que una sociedad no se puede permitir, como todas las civilizaciones pasadas nos han dejado claro.

 

¿Por qué es tan importante la palabra dada? Porque ella contiene dos elementos que son los que le avalan ese valor:

-      El compromiso de quien da la palabra.

-      La confianza de quien acepta esa palabra.

 

Si queremos ser personas de valor, no renunciemos ni un ápice a nuestros valores ni al valor de nuestra palabra.

 

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Autora: Margarita Murillo

             Galicia Protocolo

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Comentarios: 1
  • #1

    luisanny (sábado, 26 noviembre 2016 16:32)

    buena tarea <3